Hemos llegado al ecuador del festival y, salvo que me haya
perdido alguna obra maestra, la selección hasta la fecha deja mucho que desear.
Esta tarde un señor llamado Makinov nos ha ofrecido su
remake del clásico de Chicho Ibáñez Serrador (sí, el de Un, dos, tres) ¿Quién
puede matar a un niño? Juego de niños es, como el original, terror en estado
puro, la maldad más desconcertante, la que llevan a cabo los más inocentes. Una
pareja llega a un paraje idílico pero se dan cuenta que pasa algo raro cuando
no ven a un solo adulto por las calles.
La película es contundente, está bien llevada, no aporta
demasiadas cosas al original, pero en conjunto es más que correcta.
Otra cosa es esa bonita afición que tiene parte del público
de Sitges de aplaudir la violencia incluso en las películas más serias. Aquí se
han escuchado aplausos cuando algún niño ha salido malparado. Lo que nos
faltaba por ver.
Para redondear la jornada y, aunque la presentadora ha dicho
que era la peli británica del año, hemos sufrido una suerte de homenaje al cine
de terror más casposo, Berberian sound studio, a través de la experiencia de un técnico de sonido que
viaja a Italia para sonorizar una peli de horror. Digo que hemos sufrido porque
al principio hace gracia pero rápidamente se convierte en una sucesión de
imágenes de tipos pulsando botones. Llega un momento en que la inexistente
historia se trastoca y entonces sí que ya no sabes dónde estás. Váyase a su
pueblo señor director.
Dario Argento, con su particular visión de Drácula en 3D, llegará esta noche. El productor de la película, Enrique Cerezo, será
reconocido con el premio María Honorífica por su trayectoria dentro del cine
español (La buena estrella, El
perro del hortelano, Otros días vendrán y un larguísimo etcétera).
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