Terrence Malick tiene una máquina, la máquina de hacer
películas "a lo Malick". Después de El árbol de la vida ha cogido la misma
fórmula y la ha plasmado en otra película, que afortunadamente es más corta,
pero que también me parece una colosal tomadura de pelo. Aquí es el amor el
objeto de sus delirios visuales y auditivos. Amor de pareja, amor fraternal,
amor a Dios, desamor… bla bla bla.
La excusa es esa, pero lo que a Malick le gusta es recrearse
en las idas y venidas de sus personajes, sus paseos por campos y prados, sus
bailes, su andar por pasillos o calles mirando a la nada, y todo filmadito
desde atrás, la cámara siguiendo a los personajes. No falta la musiquita a lo
new age, los paisajes… No hay dinosaurios pero sí bisontes en una escena
ridícula, como tantas otras de esta peli que poco a poco se hace cada vez más
insoportable.
No sé si los actores están bien o mal. Los veo tan perdidos
en la película como el espectador ante ella. Debe ser muy complicado ponerse
delante de la cámara en una película como esta. Lo malo no es el estilo
repetitivo, o el estilo en sí, lo malo es que la peli está vacía de toda
emoción o interés. Es el producto de una máquina a la que le falta un corazón o
algo que de vida al producto.
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