En un verano lleno de blockbusters basados casi exclusivamente en el ruido digital, con poca alma, ver Parque Jurásico en un cine es un bálsamo absoluto. En su día, y ha llovido mucho, la película de Spielberg sirvió para llevar un poco más allá las posibilidades que ofrecían los efectos especiales, situar a Michael Crichton como el no va más en best sellers, y confirmar que cuando se pone a Spielberg no le supera nadie como contador de historias.
Muchos años después se han decidido a recuperar esa
propuesta remasterizando la película y convirtiéndola a tres dimensiones en lo
que es un cuidado trabajo que funciona muy bien en pantalla. Parece como si el
mismo Spielberg ya tuviera en mente esa idea pues algunas de sus escenas son
perfectas para una proyección en 3D.
Más allá de que conozcamos de memoria la película, la propuesta
sigue funcionando aún con ese inicio un tanto alargado, el espantoso doblaje
español y la incomodidad de las gafitas de marras. Viendo Parque Jurásico de
nuevo uno no pudo evitar un escalofrío al ver de nuevo la llegada a la isla o
maravillarse con alguna que otra escena que en 3D luce aún mejor.
Una lástima que ninguno de los cineastas de acción actuales vea que además de la ilusión del efecto el cine debe ser alguna cosa más.
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