Una cuestión de tiempo bien podría ser un compendio de las
buenas artes de Richard Curtis como director y guionista. Los personajes de la
película, el tono, las situaciones, son reconocibles para cualquiera que haya
visto películas como Notting Hill, Cuatro bodas y un funeral o Love Actually.
Curtis dice que Una cuestión de tiempo es su película más personal pero creo
que tal vez es su película con la que más gente puede empatizar.
La historia de esa familia en la que los hombres son capaces
de viajar en el tiempo ofrece el marco perfecto para el buen rollo del cine de
Curtis, dando lugar a escenas divertidas y con un puntito de melancolía. Pero
es en la relación entre el padre (magnífico Bill Nighy) y el hijo donde el
cineasta y guionista consigue vencer al más reticente y hace que una lagrimita
aflore en sus ojos sin que nos demos cuenta. Un estupendo reparto, unos
personajes que con un par de pinceladas se nos hacen simpáticos y Curtis se
mete al público en el bolsillo.
Magnífica película, de esas que uno disfruta desde el
principio y que tan bien llevan eso de ser una película bonita, Una cuestión de
tiempo en el fondo no hace más que apostar por el carpe diem y señalar que las
cosas importantes de la vida a veces están tan al alcance de la mano que pasan
desapercibidas.
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