Decíamos ayer… bueno, no exactamente
ayer, que os iba a hablar un poco de Los miserables, el musical, que se
representaba en Barcelona en el Gran Teatre del Liceu (ese que pagamos todo su
reconstrucción pero pocos podemos disfrutar). Más allá de la obra en sí, a uno
le picaba la curiosidad por conocer este templo de la música por dentro, así
que media hora antes ya estábamos nosotros haciéndonos las fotos de rigor,
maravillándonos con los salones bellamente decorados y viendo como nos clavaban
por un zumo y una copa de cava un pastizal. La clavada continuó con el mini
bocata que me zampé en el descanso.
Los Miserables la conocía un
servidor por las películas ya que no he leído la obra de Víctor Hugo. Y claro,
verla en un teatro es diferente. Tampoco soy yo gran consumidor de musicales en
teatros pero la representación me gustó porque mantiene lo bueno que yo había
visto en las pelis, la calidad de la música y las interpretaciones fue buena y
especialmente por muchas soluciones imaginativas que a nivel de escena tienen
lugar para mostrar los distintos escenarios. El solo de Javert con un mar de
estrellas de fondo es especialmente brillante y el actor que lo interpretaba
contribuyó con su buen hacer a redondear el momento. Se llevó buena parte de
los aplausos del público. ¿Qué no me gustó? Lo mismo que en las pelis. Creo que
la obra quiere tocar demasiados temas y eso hace que se resienta el resultado
final dando lugar a un primer acto más interesante que el segundo. En fin, una buena experiencia que
recomiendo si os cae cerca.
Antes de hablar de cine, en
vísperas de los Emmy, os comento que en cuanto a las series he vivido un
pequeño parón. Aún asimilo la última temporada de The Killing (USA), a mi
juicio la más redonda a nivel interpretativo. Al duelo intenso entre Mireille
Enos y Joel Kinnaman se une el protagonizado con Joan Allen, una señora actriz
que el cine parece haber olvidado. Además, poder verla casi del tirón (al ser
Netflix han estrenado la temporada completa de 6 episodios) es un aliciente
más.
Sigo con Masters of sex pero la
cosa está un poco parada. Espero que remonte rápido. Y creo que daré otra
oportunidad a The leftlovers… o no… ya veremos.
Este mes sin duda será recordado
por las muertes de Robin Williams y Lauren Bacall. Creo que se ha dicho todo de
ellos pero desde aquí mi recuerdo a dos brillantes estrellas del cine.
Hacer una película sencilla que
hable de personajes, de música, de relaciones, de lo que buscamos en la vida,
parece fácil pero no lo es cuando vemos los desastres que se hacen por ahí. Por
eso la ligereza de Begin Again, nueva peli del director de Once con la que
guarda alguna similitud, debe valorarse porque esconde una profundidad que
llega al espectador y que ha hecho que se convierta en una de las pelis del verano.
Tiene la película una pareja de actores que funciona muy bien, Mark Ruffalo y
Keira Knightley. Ella es una de mis debilidades desde que la vi en Quiero ser
como Beckham y en esta película demuestra una vez más que es capaz de sostener
los primero planos como nadie y que su interpretación, que también puede
parecer fácil, requiere unas tablas que no todas tienen. Me quedarán para el
recuerdo ese paseo musical por NY y la primera vez que Ruffalo “produce” una
canción a su nueva artista solo en su cabeza.
Con Viajo sola me pasó lo contrario. Se hablaba tan bien de ella que al verla me supo a poco. La historia de esta mujer que vive de hotel en hotel creo que no va a ningún lado, mezclando historias familiares que más que arropar a la protagonista distraen de su historia. No sé si quiere decirnos que la soledad está bien o todo lo contrario. De todas formas, se puede ver y permite viajar sin moverse del cine, lo cual no está del todo mal.
Jon Favreau es muy malo. De
director y actor y Chef es una buena muestra. No sabe montar ninguna escena sin
esa especie de montaje musical indigesto, no sabe hacernos reír o emocionarnos,
ni sacar a Sofía Vergara sin que parezca salida del Vogue. Para más inri
desaprovecha a Dustin Hoffman y a la Johansson. Incluso su manera de mostrar
los platos acaba cansando. ¡Vete tu
pueblo, Favreau! (Lo que exclamé yo cuando acabó la peli, que tampoco sabe
hacerlo).
A Michael Caine ya parece que
solo lo llaman para hacer de Michael Caine pero el tío lo sigue haciendo muy bien.
En Mi amigo Mr. Morgan es un viudo que conoce a una chica en París que le hace
salir de su encierro. La película no tiene más interés que sus vistas de la
capital francesa y dos o tres momentos donde Caine logra emocionarnos de
verdad. Poquito más.
Y, para acabar este comentario,
como aún no he visto Guardianes de la Galaxia ya os la comento otro día, que
mejor que hablar de Lucy. Porque es un festival de la Johansson casi de
principio a fin. Lo de menos es el rollo pseudo científico que tiene la
historia y que en el fondo me importa poco. Ella es la película y su trabajo me
recuerda mucho al de Under the skin aunque reconozco que me sorprendió con
algunos gestos que no le había visto aún. Luc Besson filma un divertimento
agradable con no demasiada acción pero que cumple, tampoco le pidamos mucho
más. Bueno sí, que Morgan Freeman deje de hacer de sí mismo no estaría mal.
Acabando Agosto me acuerdo que
tengo que ir haciendo cosas para la nueva temporada. Vivo sin vivir en mi con
la duración del programa pero habrá que ir planteándose cosas. Gracias por
vuestras aportaciones y apoyos, nos leemos en breve.
1 comentario:
Lo primero agradecerle el esfuerzo que supone mantener vivo un blog y sobretodo un podcas.
No he visto la nueva versión de Los Miserables pero desde aquel 1992 cuando por primera vez acudía a un teatro a ver una obra donde todo era cantado (para mi que tenía 11 años fue un descubrimiento), ha pasado a ser mi musical preferido.
En cuanto al resto de estrenos veraniegos, no es que me llame en exceso la oferta que tenemos pero seguiré sus pasos con Begin Again. Es una de las pocas que me llama la atención.
Espero seguir leyéndole y sobretodo escuchándole, aunque sea en programas más cortos.
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