El Hollywood clásico desaparece
poco a poco. Es ley de vida. Pero el público que vivió su juventud con estos
mitos vivientes siente de igual modo su pérdida. Ha muerto esta semana a los 89
años Lauren Bacall, la mujer que nos enseñó a silbar, como todo el mundo se ha
empeñado en recordar esta semana. Pero Bacall, aunque la memoria colectiva se
empeña en congelarla en esa mítica escena, estuvo trabajando hasta hace poco,
aunque es cierto que en películas menores.
Lauren Bacall erala actriz
elegante, de belleza particular y mirada felina, perfecta para interpretar a
todo tipo de mujeres fatales en el cine negro. Debutó en el cine en una obra
maestra como Tener o no tener basada en la novela de Ernest Hemingway y allí
conoció a su primer marido y pareja de cine Humphrey Bogart. Hizo después El
sueño eterno, La senda tenebrosa y Cayo Largo.
En los 50 estuvo con Marilyn
Monroe en Cómo casarse con un millonario y en Escrito sobre el viento de
Douglas Sirk. Tras la muerte de Bogart
aparece en papeles secundarios en Harper, investigador privado con Paul Newman.
Se volvió a casar en 1961 con el
actor Jason Robards y se divorció en 1969. Fue secundaria de lujo en Asesinato
en el Orient Express, Misery, El amor tiene dos caras, Dogville.
En 1997 se llevó el globo de oro
como mejor actriz secundaria por El amor tiene dos caras pero no se pudo llevar
el Oscar aunque al final le dieron uno honorífico por toda su carrera.
Su último trabajo fue poner voz a
uno de los personajes de la cinta de animación Ernest y Celestine.
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